Mirada Sistémica del Fallo de la Corte Suprema que señala que la filiación ha dejado de ser considerada como una relación de sangre entre el padre, la madre y los hijos.
Un fallo sin precedente ha sido el dictado por la Corte Suprema el que resolviendo una demanda de reclamación ordena al Registro Civil reemplazar en la partida de nacimiento al padre biológico de una adolescente por su “padre social”, es decir, por aquella persona que ha cuidado de la hija biológica de su pareja desde que ella tenía 4 años de edad, cambiando radicalmente la postura del tribunal de primera instancia y de la Corte de Apelaciones que habían rechazado la demanda interpuesta por el “padre social”.
Este fallo, que recoge el sentir de muchas familias que quedaban fuera del tradicional concepto de familia entendida como padre, madre e hijos, dando pasos claros a un nuevo concepto de ésta, enciende algunas luces a considerar desde la mirada sistémica.
Si lo analizamos desde la mirada sistémica, y para quienes hemos adoptado los principios y filosofía de las constelaciones familiares, y siguiendo las leyes que Bert Hellinger ha llamado “Órdenes del Amor”, podemos afirmar que el orden precede al amor y sólo cuando respetamos este orden se pueden dar relaciones sanas al interior del sistema familiar. ¿Qué queremos decir con ello? Como hemos visto los órdenes del amor se sintetizan en tres grandes leyes:
Pertenencia: Todos tienen derecho a pertenecer al sistema familiar, incluso aquellos que han hecho daño y a quienes excluimos abiertamente u omitimos hablar de ellos y van quedando en el olvido.
El Orden o Jerarquía: Los que llegan primero al sistema tienen prevalencia a los que vienen después.
Equilibrio entre el dar y tomar.
¿Qué sucede cuando un miembro de la familia es excluido o se desconoce el lugar que ocupa dentro del sistema familiar? En estos casos, y tal como lo hemos visto en los talleres grupales de constelaciones familiares, alguien de ese sistema, muchas veces de generaciones posteriores, va a sentirse implicado con el excluido y va a adoptar síntomas, actitudes o formas de vida que, actuando desde el inconsciente, tendrán como objetivo que ese miembro excluido sea visto, reconocido y honrado dentro del sistema familiar, y esto puede suceder aún sin haber conocido nunca a ese miembro excluido del sistema familiar.
¿Qué queremos decir con esto? Que para nacer necesitamos de un óvulo aportado por la madre y de un espermatozoide aportado por el padre, es sólo con la unión de ambos gametos que la vida humana puede desarrollarse, y por lo tanto, no importa cómo sea mi padre y mi madre biológica, no importa cómo sea la relación que tengo con ellos o lo presente o ausente que estén en mi vida, todos tenemos un padre y una madre biológica y necesitamos honrar a ese padre y a esa madre biológica y darles un lugar en nuestro corazón, reconocerlos como tal y asentir al destino de nuestras vidas, agradeciendo el que ellos nos hayan transmitido el don más grande que tenemos: nuestra vida.
En este sentido y reflexionando en torno al fallo de la Corte Suprema desde la mirada sistémica, si el cambio de partida de nacimiento lo vivo como un acto de justicia que permite legalmente dar valor a lo que en la vida familiar se ha desplegado, pero sigo dando un lugar en mi corazón a ese padre o madre biológico que por las razones que hayan existido no pudo asumir su paternidad o maternidad, estamos respetando las leyes sistémicas. Sin embargo, si ese cambio de partida significa de alguna forma olvidar, excluir y buscar eliminar a ese padre o madre biológica que sentimos que no merece ocupar ese lugar, entonces, desde la mirada sistémica estamos generando un movimiento que tendrá consecuencia en nuestra vida y muy probablemente en las generaciones posteriores, ya que lo que no resuelven los padres, lo resuelven los hijos, y el orden sólo se restablecerá cuando a ese excluido se le de su lugar dentro del sistema familiar, se lo vea y reconozca como padre o madre y se pueda decir desde el corazón Gracias por la vida que transmitiste y que me permite estar aquí, y SÍ a todo lo que sucedió en nuestra historia familiar tal cual fue.
Paula Alessandri P.
Abogada y Consteladora