Tomar al padre

¿Qué significa tomar al Padre bajo la mirada de las constelaciones familiares?

Como bien sabemos, venimos al mundo gracias a la unión de un óvulo (Madre) con un espermatozoide (Padre), por lo tanto, podemos afirmar que como seres humanos somos un 50% Padre y un 50% Madre. Mucho se escribe y se habla del rol de la Madre en la vida familiar y en el desarrollo y formación de los hijos e hijas y omitimos el rol importantísimo que juega el Padre para que ese Hijo o Hija crezca y se transforme en un adulto(a) sano(a). Es por esto que hoy nos Referiremos al Padre.

Antes de comenzar, y para ayudar en la comprensión de este texto, es necesario distinguir entre el Vínculo Padre/Hijo(a), de carácter eterno e indestructible, y la relación que pueda existir entre ese Padre y ese Hijo o Hija. Sin Padre no hay vida, por lo tanto, si nacimos es porque tenemos un Padre, existe ese vínculo eterno, independientemente si tenemos una buena o mala relación con él o, incluso y en el extremo, si no tenemos ninguna relación con él.

Durante la etapa de gestación y cuando somos pequeños pertenecemos a la esfera de la Madre, la necesitamos para nutrirnos, crecer y satisfacer nuestras necesidades básicas, físicas y emocionales, aportando la Madre su fuerza de protección. Luego, a medida que vamos creciendo, hay un movimiento donde ese Hijo o esa Hija debe pasar a la esfera del Padre. Si estamos hablando de un niño, el movimiento sano es permanecer en ese lugar y si estamos hablando de una niña, ella debe luego hacer un nuevo movimiento y volver a la esfera de la Madre.

Cuando el Hijo crece y se transforma en adulto, el Hijo tomará la fuerza del Padre y de su linaje masculino para ser Padre, así como la Hija tomará la fuerza de la Madre y de su linaje femenino para ser Madre.

Sólo cuando hemos sido capaces de hacer este movimiento del alma e ir al Padre, de un modo inconsciente o consciente, estaremos en condiciones de tomar la Fuerza de la Vida, de tomar la energía masculina que viene desde que el espermatozoide inicia su carrera hasta al óvulo y que es necesaria para crecer y salir al mundo; necesaria  en nuestras vidas para avanzar, manifestar nuestros  proyectos, poner nuestra creatividad al logro de nuestros objetivos, mantener una buena disciplina y tener éxito. Del Padre también tomamos la Fuerza de nuestra Autoestima, esa capacidad de sentirnos bien con nosotros mismos y que da claridad a nuestra vida. Incluso, saber poner límites en la vida tiene que ver con haber tomado al Padre.

En este movimiento de tomar al Padre, la Madre juego un rol vital, pues ella quien debe permitir que este movimiento se lleve a cabo. En aquellos casos que el Hijo o la Hija no hacen el movimiento al Padre no tendrán la Fuerza para salir al mundo, se perderán en su camino.

En los talleres de constelaciones es muy frecuente ver historia de mujeres que excluyen o que rechazan, consciente o inconscientemente, a ese hombre que en algún momento de la vida eligieron como padre de sus hijos. No olvidemos lo que decíamos al comenzar este artículo que bajo la mirada sistémica no nos referimos a la relación, pueden existir un sinnúmero de circunstancias que permiten entender la complejidad de la situación, a lo que nos referimos es al vínculo, a ese vínculo permanente y que no importa lo que hagamos o dejemos de hacer siempre seremos hijos de nuestras madres y de nuestros padres, aún cuando no tengamos ninguna relación con uno de ellos o con ambos. También hemos visto en los talleres que cuando el Padre es rechazado o excluido del sistema familiar por la Madre, el Hijo o la Hija no puede tomar todo lo que el Padre puede darle, dando lugar a carencias emocionales y afectivas que tarde o temprano se irán mostrando y también se reflejarán en su elección de pareja y en la manera que se relacionará con ésta. También es común ver que el no tomar al Padre lleva al Hijo a caer en adicciones como drogas, alcohol, o desarrollan aquel rasgo de la personalidad del Padre que la Madre tanto rechaza. Al rechazar al Padre, y de un modo inconsciente, se rechaza al hijo en ese 50% que viene del Padre y ese Hijo lo siente.

Por lo tanto, si queremos tener Hijos e Hijas sanos(as) es necesario que en nuestro corazón respetemos al Padre de nuestro Hijo o de nuestra Hija, lo que requiere mucha humildad y grandeza para aceptar la historia tal como fue y como es y reconocer que fue la Madre quien eligió a ese hombre como Padre de sus hijos y aceptar la cuota de responsabilidad que en ello le toca.  Cuando damos libertad a nuestros hijos e hijas para que amen a su Padre tanto como aman a su Madre y hagan su movimiento a la esfera del Padre, incluso cuando les permito que sean como su Padre, el Hijo o la Hija puede ser lo que quiere ser sin necesidad de traer al sistema familiar su implicancia con el Padre.

¿Cómo se logra incluir, dar un lugar y mirar con respeto al Padre con quien la relación nos ha dejado un tremendo dolor?

Todos tenemos una historia y un destino y el gran movimiento a nuestra sanación es aceptar ese destino tal y como es. Nuestra fuerza está en tomar la vida que nuestros padres nos dieron, honrar y respetar nuestra historia y desde el adulto que somos elegir la vida que queremos tener. Si no acepto mi destino persistirá en mi vida aquello que rechazo y cargaré esa historia y la transferiré a mis relaciones actuales y a mi descendencia, y así por ejemplo, si fui abandonada por mi padre buscaré una pareja que abandone a mis hijos o pasaré la vida enojada con los hombres y vengando a ese padre “abandonador” y de esa forma no lograré tener una relación de pareja sana y viviré en una constante disconformidad con la vida.

No debemos olvidar que nuestro Padre y ancestros han amado lo mejor que han podido y nos dieron lo mejor que pudieron.  Si no veo esto y lo llevo a mi corazón estaré toda mi vida en la crítica y esperando de los demás aquello que aún reclamo de mi Padre y esto es quedar en la vida como niño, atado(a) al Padre. Vivir la vida como adulto es una elección y podemos elegir vivir la vida como protagonista de la misma o vivir la vida en la queja y el resentimiento de lo que no me dieron, pero cualquiera que de ellas que elijamos trae consigo aceptar y hacernos cargo de las consecuencias de ello.

No debemos olvidar que cada uno ve la vida con los lentes que tiene y que vienen dado por la familia donde nació y se crió, su contexto social, sus propios valores, creencias y principios, incluso sus miedos, y desde allí vamos juzgando lo que está bien y lo que está mal. La mirada sistémica nos invita a despojarnos de todo ello y a ponernos otros lentes, unos que amplían la mirada y se conecta con lo más profundo de nuestra alma y con nuestro destino. Nuestra alma mira sin juicios, tiene una mirada amplia que abarca el Todo y que incluso es capaz de ver aquello que no es visible a nuestros ojos. Es un llamado a reconciliarnos con lo que fue y con lo que es y desde ahí tomar nuestra vida y hacer de ella un camino fecundo. No puedo cambiar mi historia, no puedo traer a mi Padre ausente, pero puedo agradecerle el haberme dado la vida, puedo tomar la fuerza que viene de él y de todo su linaje masculino y puedo conscientemente cambiar mi historia honrando y respetando mi pasado.

Tomar al Padre te libera, te permite integrar en ti la energía masculina que viene de tu padre y de todos tus ancestros en la línea masculina y al mismo tiempo separarte de él amorosamente, para de esta forma ir al mundo y conectar con nuestra energía masculina que nos permitirá concretar nuestros sueños y proyectos.

Paula Alessandri Prats.