Negociación en casa

Este período prolongado de cuarentena puede desequilibrar incluso al más sereno, por lo que si estás al borde del burnout, ya no sabes cómo enfrentar esas pequeñas discusiones del día a día y ves que los conflictos van mermando lentamente las relaciones en tu casa o tus nervios, te proponemos que intentes negociar como un experto.

Así es, los que saben nos cuentan que frente a un conflicto, en general tenemos 5 actitudes:

  • Podemos competir, en cuyo caso actuamos movidos por intentar obtener lo que queremos bajo cualquier forma, sin importar lo que sienta o quiera el otro;
  • Podemos acomodarnos y ceder frente al otro renunciando a nuestro punto de vista para no confrontarlo y generar mayor conflicto;
  • Podemos evadir el conflicto, en donde simplemente hacemos como que no existe por miedo y el problema queda sin resolver;
  • Podemos negociar con los otros y la solución será un acuerdo que otorga parcialmente lo que quiere a cada parte; o finalmente,
  • Podemos Cooperar, que implica explorar el desacuerdo o conflicto, buscar objetivos comunes y trabajar en equipo para encontrar una solución que deje a todos satisfechos.

Si te fijas bien, resulta evidente que, de todas las actitudes descritas, la mejor siempre será la cooperación, porque actuando de este modo todo el sistema se restablece, todos participan, se hacen responsables de su cuota en el conflicto y el resultado es una solución mas sostenible en el tiempo.

Sin embargo, cuando nos encontramos emocionalmente implicados y ¨poco serenos´, esta actitud colaborativa aparece como aquella más difícil de adoptar, pero no tiene que ser necesariamente así, los grandes negociadores aconsejan siempre separar el problema de las personas y las posiciones de los intereses. Los intereses son aquello que nos motiva, y se relacionan con nuestras necesidades, deseos, aspiraciones, preocupaciones y miedos. En cambio, una posición consiste en una demanda concreta que realizamos ante los demás para asegurarnos de que nuestros intereses quedarán satisfechos. Ver los conflictos cotidianos y los no tanto desde esta perspectiva, abre alternativas de solución y conversación que quizás antes no existían.

Entonces, ¿Qué hacemos?

Antes de abrir la conversación necesitas prepararte, ya que las negociaciones se preparan no se improvisan. Es necesario que tengas una idea mas o menos clara de qué quieres obtener, es decir, aclarar el objetivo a conseguir: Por ejemplo, que todos se involucren en los temas domésticos de la casa; mayor respeto de los espacios personales o de los comunes; mejorar la actitud frente a la frustración de algunos miembros; peleas entre hermanos; en fin, cada casa es un mundo y es imposible enumerar las infinidades de temas simples o muy complejos que trae la vida en familia o en pareja. Sin embargo, lo importante es que logres describir el objetivo que tienes en mente, para luego plantear en y con tu familia aquello que te preocupa, comparte tu reflexión con ellos y cuéntales cómo te sientes al respecto.  No se trata de traer la solución a la mesa e informar lo que has decidido, se trata de presentar el problema e invitar a conversarlo y resolverlo entre todos.

Esta primera conversación es fundamental porque fijará el rumbo de las posibles soluciones y donde el actuar como un negociador experto te puede evitar muchos malos ratos, peleas y discusiones. Es necesario entonces, sacar del cajón todo el abanico de habilidades blandas que tengas y/o construir otras nuevas, como:

  • Escucha activa: ser capaz de ponerte en sintonía con un otro que está en desacuerdo contigo y escuchar sus razones, sin interrumplirlo o intentar anteponer tu perspectiva mientras está exponiendo su punto de vista.
  • Asertividad: ser capaz de expresar tus propias emociones, deseos y puntos de vista en forma adecuada, sin agresividad, sarcasmo, descalificación u otra forma que pueda herir a tu contraparte.
  • Empatía: capacidad para percibir y comprender las emociones que otros experimentan, aun cuando tú pienses o sientas diferente.
  • Toma de perspectiva: entender que el otro construye la realidad desde un punto de vista distinto al tuyo y que su manera de hacerlo es respetable.
  • Pensamiento constructivo y alternativo: habilidad para co-construir una solución distinta a la inicialmente ideada, integrando los aportes y miradas i de la otra parte y que implique una salida colaborativa al problema.

Si la conversación familiar logra ajustarse en torno a estos principios, la experiencia será positiva, pues podrás construir soluciones en equipo, se abrirán alternativas diferentes y es posible crear un acuerdo que agrega valor y deja a todos contentos, restableciendo la paz perdida.

Esta perspectiva de negociación nos permite mirar el problema y nuestra familia desde otro lugar, es una oportunidad de comunicación, se fortalecen los vínculos, el respeto y sirve de fuente de inspiración para volver a mirar al otro amorosamente.

Sabemos que no hay recetas mágicas, pero si las universidades más importantes del mundo, consultores, centros de negocios, académicos, psicólogos, coaching, etc., concuerdan en que la actitud cooperativa es aquella que trae mejores resultados y beneficios, no hay razones para no considerarla como una alternativa y probarla con aquellos que más quieres.

Daniela Grass O.